El «Prestige peruano»
Prensa, radio, televisión, todos los medios de comunicación peruanos -y la mayoría de los hispanoamericanos- llevan a portada la mayor catástrofe ecológica del país de que se tiene memoria en la región. Los telediarios abren con desoladoras imágenes de chapapote, las portadas de los periódicos llevan titulares de alarma por la destrucción causada por el vertido, las emisoras de radio han destacado corresponsables que narran situaciones muy similares a las que vivió España en 2002 con el desastre del Prestige, ¿recuerdan?
La multinacional española presidida por Jose Jon Imaz, Repsol, tiene una refinería, La Pampilla, ubicada en el Pacífico, a la que acuden los petroleros de la compañía para descargar el crudo.
De uno de esos barcos se ha producido un vertido de 6.000 barriles que han arrasado al menos 20 playas (en Ventanilla, Santa Rosa, Ancón y Chancay) y dos reservas (parques) nacionales de flora y fauna, además de multitud de islotes frente a la costa, como Isla Grande, hábitat de pingüinos y de lobos de mar. Cientos de hombres de la mar se han quedado sin recursos pesqueros y sin oficio. La costa se ha cubierto de negro y la vida ha desaparecido del paisaje. Los hecho ocurrieron el pasado 15 de enero.
Guerra de culpas
En este momento se ha desatado una «guerra de culpas» entre la compañía española, la marina peruana y el propio gobierno de la nación. Nadie se declara responsable de los hechos. Nadie asume su responsabilidad. Acaba de comenzar una campaña en redes sociales, donde se ha desatado la ira popular -alentada o espontánea- contra «la multinacional española» a la que se responsabiliza de la tragedia.
El gobierno acusa a Repsol de haber minimizado el accidente y de haber engañado a las autoridades con el volumen inicial del vertido (la compañía habló de apenas siete galones de crudo cuando finalmente fueron 6.000 barriles derramados en el ecosistema marino y costero) y acusan a la multinacional española de carecer de un plan de contingencia para este tipo de casos.
La cancillería (ministerio de relaciones exteriores) exige a la petrolera la reparación inmediata del daño producido.
Mientras, Repsol se defiende y responsabiliza a la prestigiosa Marina del Perú, a la que acusa de no haber alertado debidamente del peligro del tsunami provocado por el volcán de Tonga cuando fue consultada por Repsol. La directora de Comunicación de Repsol en Perú, Tine van den Wall Bake Rodríguez, negó en un cadena de televisión las responsabilidades de la firma. “Nosotros no ocasionamos el desastre y no puedo decir quién es el responsable”, dijo.