Pam ríe
El fanatismo partidista no es solo uno de los peores tumores de la democracia, sino que es inevitable y jaleado por el sistema. Partido viene de partir, y de eso se trata.
Pero el verdadero problema es cuando esa división ciega al punto que, por evitar que ‘los otros’ consigan un punto, uno está dispuesto a cualquier cosa por parte de “los suyos”, que jamás son los suyos, por otra parte.
Ver a la número dos de esa abominación que lleva el orwelliano nombre de Ministerio de Igualdad, Ángela Rodríguez, riéndose en público de las consecuencias nefasta de la “ley del sí es sí”, es decir, la excarcelación de decenas de violadores, debería llevar al vómito a cualquier persona decente, pero si la persona decente es de izquierdas, se ve empujada a justificar la infamia para no dar ventaja a los enemigos ideológicos.
Esto es aberrante, y esto acabará destruyendo el sistema.