Pinzados
Gallardo ha tenido el mérito de unir a la derecha oficial, la derechita de nuestros pecados, en un frente firme y agresivo a favor del PSOE. Pasa siempre. Marhuenda, un tipo cuya misión en la vida es que no haya jamás derecha en España alegando formar parte de ella, ha apuntado sus cañones hacia el joven político de Vox, como lo ha hecho el intemperante santón del liberalismo patrio, Federico JLS, y se están desempolvando los extraños principios tácitos de nuestra transición.
El primero lo comentábamos ayer: toda oposición firme al PSOE beneficia al PSOE, paradójicamente. Eso, naturalmente, hace extraordinariamente cómoda la postura del PP, que básicamente se reduce a decir que los socialistas no hacen bien el socialismo, que ellos lo harían mejor, y en suplicar que no les aticen en la cabeza, que están estudiando.
Y ahora llega la segunda: la pinza. El teorema afirma que dos partidos cualesquiera que, por sus propias razones, expresen su desacuerdo con un tercero, están secreta y quizá tácitamente implicados en una maniobra conjunta contra éste.
Naturalmente, una estupidez tan clamorosa, iniciada por González cuando veía una ‘pinza’ entre los comunistas de Anguita y los ‘populares’ de Aznar, significa solo que en España no se ha entendido jamás la democracia. Ni por el forro. La idea de que pueda haber una pluralidad de modelos de gobierno y que la gente debe elegir el que prefiere, sin importar que en tal o cual detalle pueda o no coincidir con otros, nos es tan ajena como a un poligonero la Teoría de Cuerdas.
Fuera del partido hay solo una masa amorfa llamada el Enemigo, porque fuera del partido no hay salvación.